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MDS 2004

LA GRAN AVENTURA

Es difícil expresar con palabras tantas sensaciones y tan fuertes.
La marathon des Sables es una carrera de 6 etapas que se desarrolla en 7 jornadas, más una primera de adaptación y control.
Las etapas tienen, en este orden, las siguientes distancias 28, 34, 37, 76 (con dos jornadas para realizarla), 42 y 28 km respectivamente.
La salida tiene lugar en el sur de Marruecos, en Oued Amsaïlikh, unos 200 km al sur este de Ouarzazate y termina 240 km al este en Tagunite.
Nuestro equipo ARMATEK, estaba compuesto por Julio Cuellar, Paris Canals y yo mismo (Javier Sanz)
Voy a intentar hacer una narración cronológica.

DIA 1

Llegamos al vivac hacia el medio día. Los ánimos estaban fuertes e inspeccionamos el campamento. Había unas jaimas negras en donde nos pusimos los corredores y otras blancas y mucho mejores donde se alojaba la organización y la prensa. Este día nos dieron de comer y cenar a los seiscientos y pico participantes. Unas comidas que no estaban mal del todo y que devorábamos sabiendo lo que nos esperaba.
Pasábamos de 100 en 100 el control de mochilas donde tenía que haber unos elementos imprescindibles: brújula, silbato, espejo, 10 imperdibles, mechero, navaja, antiséptico, bomba aspiravenenos, saco de dormir, linterna con pilas y mochila; y al menos 14.000 calorías que cada uno compuso como quiso. En particular yo llevaba 5 barritas y un liofilizado por día. Además había que presentar un certificado médico con electrocardiograma incluido, sopena de 1 hora de penalización y que se quedaran con un cheque de caución de 185 euros que habíamos entregado previamente.  Pasados estos trámites te dan una bengala, unas pastillas de sal y una tarjeta que has de llevar colgada durante toda la carrera donde te van picando los controles y el agua que recibes. Además tenías un libro de ruta que detallaba la de cada jornada.
Otras cosas que yo llevé fueron toallitas higiénicas, cepillo y pasta de dientes, cacao para los labios, una malla, una sudadera, guetres, una cuchara,  la cámara de fotos y dos bidones de agua. Con estos bártulos y 10 litros de agua diarios tendríamos que subsistir durante 7 días por el desierto.
Dimos unas batidas para reconocer la zona y ya pudimos comprobar que los pies se hundían mucho en la arena, cosa que nos hizo ver la dureza de carrera.
Julio, Paris y yo compartimos la jaima con  una equipo de bomberos de Tenerife: José (que se tuvo que retirar por problemas físicos y muy a su pesar), Pepe Bravo y Antonio. Hemos hecho con ellos una tremenda amistad y éramos los seis como auténticos hermanos. Ellos ya habían corrido en 4 ocasiones anteriores y se puede decir que fueron como nuestros profesores por su dilatada experiencia.
En otra jaima había otros 7 compañeros españoles, todos también estupendos: 5 catalanes entre los que se encontraba Fidel, el abuelo de la prueba con 63 años y cuatro maratones anteriores que nos sacó a todos de apuros en muchas ocasiones, el canario Maximino que las pasó putas en la de 76 y Trinitario, un mallorquín resalao que llevaba 7 kilos de comida de culturista en polvo que tuvo que tirar y subsistir con la ayuda de Fidel y los demás.

DIA 2

A las seis en punto de la mañana llegaban los termitas (marroquíes que montaban y quitaban las jaimas) y desmontaban el campamento en un abrir y cerrar de ojos.
Yo me desayuné la primera barrita de 400 calorías que no cayó muy mal. Nos preparamos, pusimos las mochilas y fuimos al arco de salida. Qué espectáculo, corredores y corredoras (76) de 23 nacionalidades diferentes con la adrenalina a tope y ganas de comerse la maratón. Se dio la salida y el helicóptero que nos acompañó toda la prueba daba pasadas grabando imágenes que debían ser impresionantes y espero verlas.

Esta etapa no parecía dura y era de contacto, yo me la tomé con tranquilidad porque lo duro vendría después. Te daban una botella de 1,5 litros cada 10 km aproximadamente. Esto siguió así en todas las etapas.
Los paisajes eran extraordinarios aunque aún no nos habíamos metido en pleno desierto. Ya probamos las primeras dunas y descubrimos nuestro primer fallo. El calzado y las polainas que llevábamos no eran muy buenos a comparación de las que llevaba el personal y nos dimos cuenta de lo que íbamos a sufrir. La arena se metía rápidamente en las zapas y hacía que los dedos se arrugaran y no se pudiera correr bien, a parte del problema que provocaba en las uñas  (he perdido las 10) y las ampollas. Las polainas que hay que llevar deben ir fijas con velcro a las zapas, cubriéndolas enteras y llegar hasta media pantorrilla. Si no cada 5 km hay que parar a quitarse un par de kilos de arena que se te meten.
Tardé 2:41 llegando con un grupo de españoles. Este día el termómetro marcó 31º.
Cuando llegas te dan 3 botellas de 1,5 litros y te vas a la jaima a descansar. No sales de ella si no es para ir al médico, mandar emilios, llamar por teléfono, ver las clasificaciones o ir a por leña para encender fuego y hacer los liofilizados.
Para comer tenía tres barritas y para cenar un liofilizado, que me sabía a gloria bendita, y otra barrita.Antes de anochecer nos entregaban los emilios que nos mandaban y nos hacían mucha ilusión, los esperábamos como agua de mayo. A las 7 se hacía de noche, te metías en el saco e intentabas dormir. El suelo estaba durísimo y no sabíamos como ponernos, empezaron los primeros dolores en las caderas y en la rabadilla.
Las noches del desierto son preciosas. Se ven millones de estrellas y hay un silencio sepulcral. Empieza a hacer frío de madrugada, nosotros no pasamos. Llevábamos unos sacos de –5º bajo techo y 750 gr. de peso.
Los termitas montaban un fuego de campamento donde cantaban y bailaban al son de sus características cánticos bereberes, donde uno dice una frase y los demás la repiten hasta la saciedad, quizás querían simular una canción de cuna que arrullara nuestras noches . 

DIA 3

Vuelta a empezar. Otra etapa de 34. Ya un poco más cargado y siempre con el presentimiento de que cualquier problema mínimo te puede hacer abandonar.
Esta etapa que parecía fácil sobre el papel  resultó muy dura como todas las demás. Continuos sube y baja con 35º de temperatura. Yo encima la endurecí más porque fui deprisa. Los últimos km se me hicieron super duros y llegué en 3:22. Julio en el km 30 sufrió un desfallecimiento, se le fue la cabeza y andaba dando tumbos, cosa que le asustó un poco y decidió acompañarme en la siguiente etapa. Aunque tengo que decir que es una de las personas más duras que conozco. Paris empezó a sufrir la escasa alimentación. Llevó menos peso para poder correr más y eso le pasó factura.
El resto del día como los demás.
José tuvo que abandonar por problemas físicos y sus compañeros tuvieron una decaída de moral y querían hacer lo mismo. Les animamos como pudimos y decidieron pensárselo hasta la mañana siguiente. Al final acabaron los dos como unos campeones.

DIA 4

Era la etapa de las dunas. Una de las peores como así se confirmó. Tenía 37 km. Con 19 de ellos de dunas.
El segundo control estaba en el 16 y allí empezaban las dunas. Cuando nos adentramos en ellas nos quedamos impresionados. Rodeados de dunas con 4 y 5 metros de altura que tenías que subir y luego bajar. La arena se nos empezó a meter en las zapas y teníamos que parar de vez en cuando a sacarla. Al subirlas no se podía correr y al bajarlas metías el pie hasta la rodilla y las uñas empezaron a jorobarse.
En el km 23 seguimos el rastro de las huellas de 6 corredores que llevaban el rumbo marcado de 189º en la brújula. De repente vino un quad (moto de 4 ruedas) y nos dijo que íbamos mal. A mí ya se me había acabado el agua y dependía de la de Julio. Se nos cayó el mundo encima y tuvimos que cambiar el rumbo y meternos en dunas acojonantes que teníamos que subir a gatas. De repente nos encontramos con Pepe Bravo que nos dijo que de dónde salíamos y que el control estaba unos 2 km detrás. Tuvimos que correr en sentido contrario para llegar a él con el consabido cachondeo de todo el mundo diciéndonos por señas que íbamos al revés. En el control nos encontramos con Paris. Seguimos después por las dunas parando de vez en cuando para sacar la arena.
Llegamos a meta con los pies destrozados en 5:43. Perdimos al menos 1 hora y las huellas de los que seguíamos eran de corredores que se saltaron el control y fueron penalizados con 1 hora.
Estábamos rotos y además al día siguiente era la etapa non-stop.

DIA 5

Yo me fui al puesto 59 y salí a las 9 de la mañana. Los 50 primeros, entre los que se encontraba Julio, salieron a las 12.
En esta etapa había muchas dunnetes. Más pequeñas que las otras pero también muy jodias de subir y bajar. Además había que atravesar terrenos arenosos por los que se corría con mucha dificultad.
En el control 4 (KM 45)cambiamos el rumbo y se nos presentó una tormenta de arena en la que no se podía avanzar. Yo no veía al corredor de delante que lo llevaba a 3 metros. Aún tapado con el buff, la gorra y las gafas la arena se me metía por todos los lados, dejándome medio ciego. Cuando pasó la tormenta me uní a un italiano con el que hice casi el resto de la jornada. Pasamos por dentro de una Casbah, en la que los niños te seguían y las mujeres bereberes te animaban con sus gritos característicos. Era maravilloso. A la salida vuelta a las dunas y me perdí. Menos mal que el italiano venía cerca le vi y me reorienté. El resto hasta el 76 fueron caminos pedregosos. Te tropezabas y veías las estrellas con los golpes que te dabas en los dedos de los pies. En la soledad aterradora del desierto repasas muchas cosas de tu vida y ves todo de manera diferente. Eres tú solo contra la inmensidad. Y tienes que ir muy concentrado para no dejar de correr.  Llegué con la última luz del día y no tuve que encender la linterna. Tardé 9:59. Me dio una tiritona que no entré en calor hasta que me metí en el saco.
Al poco llegó Julio en 8:15 haciendo el puesto 10. Traía los pies destrozados. Con unas ampollas que me asustó, es un portento.  Paris llegó más tarde. No pudimos pegar ojo del cansancio.
DIA 1
COMENZAMOS LA AVENTURA
DIA 2
CAMPAMENTO
DIA 3
DIA DE SUFRIMIENTO
DIA 4
DIA DE LAS DUNAS
DIA 5
EL DÍA MÁS LARGO
DIA 6
DIA DE DESCANSO
DIA7
DIA DEL MARATÓN
DIA 8
FINAL DE LA AVENTURA
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DIA 6

Todo el día tirados por la jaima y comiendo lo que no pudimos comernos el día anterior.
Me dolía el tendón de Aquiles y siempre en mi cabeza rondaba el fantasma de la retirada. Había que luchar contra él y a veces se ponía muy pesado. Julio tenía los pies destrozados y Paris andaba también bajo de moral.
Todos intentamos descansar lo que pudimos. Además no se podía salir de la jaima porque una tormenta de arena nos castigó todo el día. Teníamos arena por todos lados.
Seguieron llegando corredores.

DIA 7

Lo que es el cuerpo humano. El día anterior estábamos derrotados y ahora no quedaba nada de ese cansancio. ¡Joer, pero si no me duele nada! Bueno sí, los riñones de llevar la mochila y dormir en el suelo.
Afrontamos con optimismo la etapa maratón de 42,195 km. Julio, Bravo y yo decidimos ir juntos mientras pudiéramos. De hecho la famosa foto nos la hicieron ese día a Bravo y a mi. A Julio un corredor le hizo tropezar y de la mala leche se fue a por todas y aún teniendo los pies como los tenía hizo 3:50 en la etapa. Bravo se quedó y yo seguí a ritmo y con 43º grados hasta el 36. Ahí me pegó un pinchazo en el gemelo que me hizo caminar un par de km, cuando vi la meta se me olvidó todo y volé. Aunque llegué muy tocado. Tardé 4:26 por unos terrenos pedregosos unas veces y arenosos después que te iban dejando baldado. Eso sí unos paisajes muy bonitos con alguna jaima dispersa de bereberes muy humildes y viviendo en condiciones infrahumanas.

Aún no las tenía todas conmigo aunque quedaban sólo los 20 km de la última etapa.
Intentaba descansar pero no podía. Me tomé el último liofilizado de carne con patatas que me supo a gloria bendita. Soñaba con comida todas las noches a partir de la 3ª.

DIA 8

Regalamos a unos chiquillos las últimas barritas después de desayunar. Estábamos acampados cerca de un poblado por el que más tarde pasaríamos. Se respiraba en el ambiente del campamento la euforia del último día, pero yo aún no las tenía todas conmigo. Decía a los demás: hasta el rabo todo es toro. Esto se acaba cuando pasemos por la línea de arriveé.

Pensábamos que iba a ser una etapa tranquila pero todo el mundo salió de estampida. Al principio por un terreno arenoso donde  se corría fatal. A mi me costó arrancar. Yo soy diesel y al principio voy muy lento. Poco a poco fui adelantando a gente. Pasamos por múltiples poblados donde los moradores nos miraban con una mezcla de sonrisa y estupefacción. Habían sacado a todos los chiquillos de las escuelas y nos aplaudían y jaleaban al pasar. Se morían de risa al ver a un irlandés que corría con falda a mi lado. Iban pasando los km e iba a 5 el minuto. Más rápido que en todas las etapas. Las piernas me dolían y las uñas más. Me salió la primera ampolla que noté como estalló.

Ya en el 16 empecé a oler a meta. Se me quitaron todos los dolores y apreté. Cuando vi el arco de meta una emoción inmensa se apoderó de todo mi ser. Me fundí en un abrazo con mis compañeros de equipo y de travesía. Mi sueño de muchos años estaba cumplido. Había acabado la marathon des Sables.
Nos dieron un picnic en el que había una lata de caballa que me supo como la mejor de mi vida, regada por tres cocacolas y una fanta con las que redondeé la faena.
Subimos al autocar con 5 kilos menos y unas ampollas más, pero con una cara de felicidad inmensa.
Hicimos una parada técnica para desaguar, cuando subimos el tufo era impresionante. El de 54 individuos que habían pasado una semana entera sin lavarse ni la cara y con la misma ropa día y noche.
En la ducha del hotel estuve media hora y el agua seguía saliendo de color chocolate. Una vez aseados bebimos y bebimos cerveza y comimos y comimos sin parar hasta hartarnos y eso seguimos haciendo al día siguiente y hasta ahora.
He quedado contento con mi puesto. Cada uno sabe de sus propias limitaciones y yo no puedo dar más de si. Felicitaciones a Julio y a Paris y por supuesto agradecer a ARMATEK lo que ha hecho por nosotros.
Y esta ha sido mi aventura.

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